Manuel Falcón Jiménez
Es para mí un gran honor presidir a nuestra Hermandad en la próxima y cercana Romería. Desde niño, año tras año, he soñado con ese día. Fue a principios de la década de
los años 70 cuando yo empecé a vivir ese día grande del Barrio de Torreblanca.
Recuerdo aquella Romería con matices distintos a los de ahora. En aquella época el contexto de nuestro barrio era diferente. Torreblanca era un barrio lleno de niños que
llenaban las calles con sus juegos. Ya los días previos a la Romería se respiraba un ambiente como de fiesta que ya ha comenzado. Eran días de alegría, de banderas en los balcones y de preparativos
en nuestras familias.
Eran días de caballistas paseando por el barrio. Días de cantar y bailar las primeras sevillanas, de contemplar las primeras carrozas. En definitiva, aquellos días los
recuerdo con mucho cariño y algo de nostalgia y añoranza.
Fue en mi adolescencia cuando empecé, de alguna manera, a participar de lleno en la vida de la Hermandad. Dada mi cercanía a la Parroquia, sede canónica del Inmaculado
Corazón de María, comencé a presenciar los cultos previos a la Romería y en esa alegría de niño se acentuó algo más profundo, más íntimo; de alguna forma, mi alegría fue más completa con la vivencia
de la dimensión religiosa de esta fiesta que hoy perdura y que es mi Romería.
Un anticipo a esta Fiesta que hoy vivo con alegría, ilusión, humildad y devoción, sucedió en los años 90 cuando de la mano de José Manuel Oliva, participé en su Junta de
Gobierno. Fueron años de conocimiento en el servicio y en la responsabilidad que hoy recuerdo como un periodo bonito y positivo en mi vida.
He querido compartir con vosotros estos sentimientos que llevo muy dentro. Es lo que intento transmitir e intentar trasladar a vosotros y a nuestra Hermandad en los años
actuales. Son años difíciles que nos ha tocado vivir donde con María en su Fiesta y en su barrio y con su ayuda confiarnos vencer todas las dificultades.
No quiero terminar esta carta sin hacer mención a mi tío Antonio Falcón ya que fue la persona que me acercó a nuestra Hermandad, miembro de la Junta de Gobierno en los años
70, se encargó de la colocación del mosaico de nuestra bendita Parroquia inaugurado en 1967.
¡Viva el Inmaculado Corazón de María!